¿ES POSIBLE EL CAMBIO?

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“Si el cambio pretende tener éxito, los individuos y los grupos deben encontrar el significado tanto de lo que cambiar como del modo de hacerlo. Sin embargo, es difícil resolver el problema del significado cuando afecta a un gran número de personas… Tenemos que saber cómo es el cambio desde el punto de vista del profesor individual, el estudiante, los padres y la Administración si queremos entender las acciones y las reacciones de cada uno; y si queremos comprender en su totalidad toda la escena , debemos combinar el conocimiento conjunto de todas estas situaciones individuales con el entendimiento de factores organizativos e interorganizativos, los cuales influyen en el proceso de cambio, tales como los Departamentos de Gobierno, las Agencias intermedias, las Universidades, las Federaciones de profesores, los sistemas escolares y la interacción de los centros”. (Fullan, 1982, p. IX).


Hace unos días el profesor y amigo Fernando Trujillo escribía en su blog sobre la «Voluntad de cambio» , haciendo referencia a M.Fullan en el mismo. Por esas casualidades de la vida en esos mismos días leía un breve artículo de este autor denominado «El significado del cambio educativo: un cuarto de siglo de aprendizaje» , ambas lecturas me dieron luz para escribir este artículo.

La cita anterior extraída del libro de Fullan «El significado del cambio educativo«, nos lleva al eje del cambio, donde todo gira en torno a las relaciones entre los diferentes factores que intervienen en el proceso educativo.

Desde la práctica del aula y de la dirección ,!ya han trascurrido  35 años de la cita que menciono del profesor canadiense!, cada día estoy más convencido que hay una realidad más allá del modelo tradicional de escuela, aunque se plantean innumerables incógnitas acerca de la solidez del cambio, el modo y los agentes de transformación,  y la posible implementación universal en todos los niveles del sistema.

¿Donde se inicia el cambio?

Fullán afirma que el cambio no puede ser impuesto. Esto, que a priori puede parecer una gran contradicción, nos reafirma que no podemos esperar soluciones milagro desde la administración (léase la cúspide organizativa y política del sistema) ya sea en formato de proyectos innovadores, currículo igualitario o políticas sociales de beneficencia;  puesto que cada miembro de este macro sistema posee su propio rol y , por tanto, su propia meta en cuanto a la consecución de objetivos. La suma de todos ellos dará lugar a un nuevo modelo educativo, siempre y cuando exista interrelación entre los mismos y se concreten los significados.

Evidentemente se necesita una planificación, un orden, unas ideas claras que han de partir de la experiencia de todos y cada uno de los niveles del sistema dentro la complejidad de los procesos de cambio. No hablo de consenso, sino de  negociaciones donde se establezcan los criterios mínimos y donde cada parte, cada segmento del sistema, tiene que incidir e interactuar para colaborar en un cambio real y universal.

«…el punto de partida no serán  las innovaciones sino los individuos y las instituciones. … el futuro del cambio educativo dependía de la evolución desde la innovación al desarrollo institucional, desde la marcha en solitario a la creación de alianzas, desde las soluciones monolíticas a las alternativas, desde políticas positivas a las negativas…, todos ellos aspectos de la construcción de capacidades…» (Profesorado, revista de currículo y formación del profesorado, 6 (1–2), 2002 ,7)

Llegados a este punto hemos de entender que el desarrollo y la innovación individual/institucional han de formar  , según Fullan,  los grandes y pequeños contextos y sus nexos (relaciones). Es evidente que en la actualidad hay cambios en las aulas, en los equipos directivos, en los movimientos ciudadanos y  «ciudades educadoras» , pero desgraciadamente no existe cambio sino involución en la administración.

Fullan nos dice que el comienzo de un proceso de cambio  está en nosotros mismos. En las sociedades complejas como la nuestra , hemos de aprender a arreglárnosla y a crecer a pesar del sistema.  Y pienso decididamente que en esa fase estamos hoy muchos centros educativos.

“si los valores y las instituciones no nos suministran un entramado de apoyo como solían hacerlo, cada persona debe usar aquellas herramientas que le sean posibles a fin de procurarse una vida plena de sentido y agradable” . Csikszentmihalyi (1990)(pág. 16). En la serie “¿Por qué merece la pena luchar?”

En el artículo del profesor Trujillo, se sintetizan alguna de las ideas de Fullan de su libro  «Las fuerzas del cambio, con creces»:

  • “La transformación del sistema educativo exige cambios (nuevas capacidades) en los tres niveles y en las relaciones entre éstos, siendo dichos niveles la escuela, el distrito y el Estado.” (Nota del lector: póngase aquí la escuela, la ciudad y el Estado Autonómico y Central)
  • “Cada nivel tiene dos responsabilidades: trabajar duro para aumentar la interacción dentro de su nivel y trabajar con ahínco para incrementar los intercambios entre los distintos niveles.”
  • “Las comunidades de profesionales que aprenden no solamente construyen confianza y competencia, sino que además hacen que los profesores y los directores de las escuelas se den cuentan de que no pueden recorrer el camino solos.”

Tras la lectura es evidente que el cambio conlleva una transformación completa, una  metamorfosis que debe desembocar inexorablemente en un cambio en los roles establecidos, comenzando por la propia profesión docente.

Modelos avanzados de cambio podemos apreciar ya en  las metodologías educativas de Tom Rudmik (Imaginal Education o aprendizaje profundo).

Si la Escuela va cambiando, se va transformando, ¿Quién pone «orden» a/en  este proceso innovador?  Creo que dentro del modelo «nuevo» se necesita un puente entre la escuela y el Estado. En países como Suecia el municipio es el nexo de unión que regula las conexiones escuela y estado, además de dirigir administrativamente a los centros educativos. Siguiendo al profesor Trujillo:

«Sin embargo, el movimiento de las Ciudades Educadoras es una experiencia que nos permite comprender cuál es el potencial del plano intermedio entre la escuela y el Estado. La ciudad educadora es, fundamentalmente, un espacio de análisis del hecho educativo, una oportunidad de coordinación de fuerzas y la expresión de una clara voluntad de mejora de las relaciones y las interacciones entre las instituciones, organizaciones e individuos. Reconocer el papel de la ciudad en el Pacto de Estado por la Educación sería un gran paso adelante para la mejora del sistema pero también necesitaríamos líderes locales dispuestos a asumir el liderazgo en sus ciudades y territorios y recursos disponibles para provocar la transformación.»

¿Es posible el cambio?

Escucho casi todos los días a los  compañeros decir que la escuela está cambiando, que esta escuela de hoy es muy diferente a la de hace 30 años. Ciertamente aún hay muchos docentes atrapados por el libro de texto y metodologías que interesan bien poco al alumnado, pero la punta del iceberg de un profesorado diferente, creador, más cercano a la realidad del alumno va apareciendo con nitidez y eso es imparable.

Y termino con una frase de Fullan:

«…Entonces, debemos desarrollar nuestras propias capacidades individuales para aprender y para seguir aprendiendo sin dejar que nos derrumben las vicisitudes del cambio. Este es también el camino para que el sistema cambie. Si más individuos actuasen como aprendices; si conectasen con su espíritu infantil; si se hablase cada vez más con aquellos que  tienen ideas diferentes a las nuestras, es probable que los sistemas aprendiesen a cambiar.»

 

 

 

 

 

2 respuestas a «¿ES POSIBLE EL CAMBIO?»

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